Barrios Altos, lugar donde se esconden las sombras.
Una pared de adobe sucia a medio caer, un roble en su delante junto a un poste de alumbrado público que se apaga y se prende como si estuviera sincronizado. De pronto sombras aparecen y desaparecen como rayos siniestros de oscuridad.
Entonces una mujer grita a lo lejos; "Mira" y la alarma de escape suena en la sien de cada precavido transeúnte. Estás en el jirón Ancash del Cercado de Lima y aquí hay que tener cuidado le dice una madre a su hijo menor.
Juan Héctor Márquez Villena (18) le dicen fumarola, loco, pastrulo, etc (depende por que lugar vaya). Lo cierto es que él vende caramelos y su mente no se encuentra en perfecto estado.
La otra vez cuenta que vio como un grupo de "huerteros" a escondidas paró un carro -no recuerda bien si era la "Z" o la "B"- el caso es que cuando el iluso cobrador bajó para subir al supuesto pasajero, 7 de sus secuaces salieron de las sombras de la iglesia Santo Cristo y raudamente se fueron sobre el cándido sujeto.
El chofer de la impotencia sólo atinó a arrancarse, dice entre risas mientras se dirige a su humilde vivienda por el callejón Martinete en la Huerta Perdida, ahí donde un tiempo atrás se refugiaba "Tatán".
La plazuela Santo Cristo, ubicado en el cruce de la avenida Sebastián Lorente y la cuadra 15 de Ancash (Barrios Altos) se puede definir como punto de bohemia nocturna. Radios a todo volumen en algunos automóviles, un sin número de toldos de comida, bares, oscuridad y uno que otro patrullero de la DIPROVE pasando por ahí, dibujan la vida subterránea de uno de los sectores más respetables de la capital peruana.
Día de clásico, el reloj marcaba la 1:15 p.m. y el partido se jugaba a las 3 de la tarde en el Matute. Un ligero temblor producido por un mar de banderas cremas y el unísono de "Ya va el campeón, ya va el campeón" generaban el cierre inmediato de rejas en tiendas cercanas y si no fuera porque la policía resguardaba, las calles se manchaban de sangre. “Recuerden que Barrios Altos concentra una gran parte de la hinchada blanquiazul”.
Todos veían, desde la reja a medio cerrar, de la tienda del tío Marcelo lo que sucedía en las afueras del jirón Sebastián Lorente. Dicha tienda es la más popular debido a que cuenta con video juegos, Internet y además una licorería, siendo lo mejor de todo, que siempre atiende hasta la madrugada.
"Chato", el encargado de aquel lugar conoce a todos y a pesar de ello, la madrugada pasada, le robaron su casaca y zapatillas cuando acompañó a un amigo hasta el paradero Wari.
El encargado de la administración del Internet es conocido como "La cocinera" .
Él pasa varias horas frente a la computadora y tiene principios de migraña, además siempre está durmiendo y comiendo chatarra por no decir que ya no puede tomarse su ron Cartavio, etiqueta negra, junto al dueño "Ñagui" porque le han detectado un problema en el estómago.
Su pasatiempo favorito es crackear y como buen estudiante de informática tiene buen material didáctico en su Pc que una universidad entera. Pertenece a la comunidad hacker y hace diabluras junto a su colega quien en varias ocasiones a dejado la firma del pisco en páginas chilenas.
En esta zona no hay día que alguien deje de tomar ya sea por amistad, compromiso o forzadamente. La oscuridad aquí juega un rol importante para aquellos que viven de la carrera, es decir, para aquellos carteristas.
Si el sol sale, el lugar es un infierno y si hay frío la humedad del río Rímac se concentra en su cielo. Pero eso no les importa a los integrantes de cada grupo que siempre se instalan en las puertas de las quintas, la otra vez el chato entró a la quinta "el Jaime" ubicada por Mercedarias, ahí donde vivió por un buen tiempo la perricholi, y cuenta que es como ir por un laberinto a paso de gusano y que además te encuentras con telarañas y ratas por todas partes.
Aquí, cada vez que llega febrero parece que las visitas hacia este lugar se reducen. Franca Valenzuela, la segunda de 4 hermanas, junto a su prima Analíz Olssen y sus amigas Jenny, Mayo, Corina, Dominga, Cristina y Sally se reúnen en una banca del parque Santo Cristo y con baldes camuflados bajo el banco de cemento, inocentemente, paran a los vehículos para que luego y, a toda máquina, ellas aparezcan y mojen "como se debe" a una gran parte de los imprudentes pasajeros. Nadie les dice nada.
Desde la mañana hasta altas horas de noche es así. Mientras Vanesa, la mayor de las hermanas Valenzuela ha alquilado un auto y se pasea con sus contemporáneas, Franca ahora se ubica, entre sombras, en la iglesia Santo Cristo y hace la misma jugada. Estaciona una combi y “zas” un baldazo con agua adentro del carro, la coyuntura concluye en un iracundo padre de familia reclamándole por su hijo bañado por su estúpida conducta. Franca solo atina a carcajearse como una loca, se da la vuelta y vuelve al parque donde están sus amigos consumiendo drogas.
Juan "Fumarola" que lleva en su brazo izquierdo sus caramelos; vuelve a la escena y esta vez vestido de terno con un sombrero de paja tipo arequipeño y le dice al "Chato" que le de un cigarrillo Montana, al mismo rato que balbucea palabras que nadie entiende.
"Cállate loco gilazo y vete a Santoyo a vender tus huevadas" le dice, "Ospito" hijo de una ex modelo de comerciales que vivió en sectores altos y que hoy viven del dinero que les envían de Estados Unidos sus familiares.
De pronto se oye rumorear, entre risas, a algunas señoras; "pobre esa paisana a quien le han robado sus bolsas, es que nadie cree en nadie cuando se pasa por la Huerta, ja, ja, ja, ja". Omar, el sobrino del tío Marcelo proveniente del Callao y es enamorado de una chica muy conocida en la zona; una vez esperando su movilidad fue interceptado por un grupo de desconocidos dirigidos por una mujer.
"Miren a ese" dijo ella, y derrepente todos se fueron hacia el forastero que se encontraba parado junto a un poste, en el paradero Wari. "¿Qué, me vas a robar?, ¿Así es?, ¿Qué, no te recuerdas de mi?, soy el sobrino del tío Marcelo, él de los video juegos y mi enamorada es Diana. replicó.
La respuesta tímida fue "Verdad, puta disculpa primo" y desaparecieron como llegaron. “Existen algunos que tienen suerte y muchos que no”, comentó la “flaca”, un conocido “datero” extremadamente raquítico, alto y con un bigote tipo preso que siempre vive observando todo lo que pasa a los alrededores del cruce barriosaltino.
El punto Criollo es el "club deportivo" instalado a principios de siglo y hoy, una vieja casona ubicada cuadras abajo del cruce con Wari, casi por la cuadra 14 de Ancash. En este lugar longevos se reúnen a timbear, tomar y cantar a viva voz, junto al sonido del cajón y la guitarra que le ponen el sabor a todas sus tertulias. Ellos fuman y hablan sin parar.
Sábado 31 de octubre y la patrona Virgen del Carmen es agasajada. De todas las actividades que se realizan en los Barrios Altos, no hay ninguna como la que se desarrolla dentro del Conjunto Habitacional los Incas.
Siempre se dice que sólo ingresarán familiares pero al final el lugar está por reventar. Las tiendas se quedan sin cerveza debido al consumo, y las puestos de comida instalados no dejan transitar cómodamente a los visitantes entre los edificios que conforman el lugar. El estrado es inmenso, el castillo y la música la propicia. Es una fiesta que dura hasta las 8 de la mañana con sus acostumbradas peleas y el sonido de las balas al amanecer.
Caras lindas, caras feas, féminas esbeltas pero con una boquita de caramelo y "choros" que se sacan a simple vista, es lo que uno puede observar cada vez que pasa por uno de los barrios más viejos y tradicionales de Lima.
Y a pesar que todo y como en todo lugar, aquí no sólo existe gente mala, recuerden que "César Cueto" y "Felipe Pinglo Alva" salieron de ahí. Barrios Altos tiene lo suyo, un lugar picante y rico, un lugar donde a parte de las sombras y los grandes robles que en antaño conformaban el camino hacia los cementerios el Ángel y Presbítero "Matías" Maestro, es un lugar donde la gente, que se conoce, se dan trato de hermanos.""
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